La lucha contra el cáncer de mama empieza sin dudas en la toma de conciencia. Pero muchas veces este cáncer tiene como consecuencia la extirpación de uno o de los dos pechos. Es lo que se conoce como mastectomía, una operación de consecuencias físicas pero, sobre todo, emocionales.
Muchas toman las cicatrices como trofeos que recuerdan haber ganado la batalla, pero también son recordatorio de lo que se sufrió, del miedo, del temor a la muerte, el de perder la batalla. Y se sienten menos femeninas con sus consecuencias. Muchas mujeres se hacen cirugías reconstructivas. Otras han aprendido a vivir con ellas y a estar orgullosas de tenerlas. Pero existe una tercera opción que pocas conocen: los tatuajes.
Una organización llamada P-INK tiene como meta conectar a las ganadoras al cáncer de mama con artistas del tatuaje para ofrecerles una forma creativa de hacer desaparecer las cicatrices. La página ayuda a aquellas que lo deseen, puedan encuentrar a los mejores artistas del tatuaje, y a que consideren el tatuaje como una buena alternativa, a pesar de que nunca les hayan atraído.
Uno de estos tatuadores, David Allen, dice: «Lo que era clínico vuelve a ser hermoso, lo convertimos en algo sensual. Y así ellas recuperan el control».
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